Las viejitas Raquel, judía de 84 años y Juana , católica de 85, siempre fueron íntimas amigas; como no querían crearles problemas a sus hijos y nietos, cada una resolvió irse a vivir a una Residencia de la 3ª Edad de sus respectivas religiones.
Pasados algunos meses, Juana extraña a su amiga y decide ir a visitarla en la residencia Judía.
Al encontrarse: lloraron... besos y abrazos.
Pasadas las primeras emociones, se ponen a conversar:
-Raquel, dime, ¿cómo es la vida en esta casa?
-Raquel le cuenta sobre la comida maravillosa, las instalaciones, la amabilidad de las enfermeras...
Después, con un guiño de ojos, le hace una confidencia:
-Lo mejor, Juana, ¡es que tengo un novio!
Juana exclama:
- ¡Virgen Santa! ¡Qué maravilla!
Cuéntame, ¿cómo es eso?
- Bueno... después del almuerzo nos vamos hasta mi habitación y nos sentamos en el borde de la cama. Yo dejo que me toque por arriba y después por debajo, y entonces... cantamos canciones judías.
-¡¡ES MARAVILLOSO!!
¡Eso es una bendición, Raquel!.
Estoy muy feliz por ti!
- ¿Y tú, Juana? -pregunta Raquel- ¿Cómo es en tu Residencia?
Juana le cuenta sobre la comida maravillosa, las instalaciones, la Amabilidad de las enfermeras.
Después, con un guiño de ojos, le hace una confidencia:
-¡Yo también tengo un novio, Raquel!
-¡Oh, qué bien, Juana! ¿Y qué es lo que haces con tu novio?
Juana sonríe y le dice:
- Subimos a mi habitación después del almuerzo y nos sentamos en el borde de la cama.
Le dejo que me toque por arriba, después por debajo...
Raquel pregunta, ansiosa:
-¿Y entonces...?
Juana continúa:
-Y entonces, como no conocemos ninguna canción judía,
¡Pues cogemos!
Si Nuestros Pensamientos Crean Nuestra Realidad
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¿Entiendes Porque el Mundo Vive lo que Está Viviendo?
Ricardo Zozaya
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